Este libro recoge topónimos de origen prelatino como Accinipo (Ronda la Vieja), Iluro (Álora), Anticaria, Aratispi (Cauche el Viejo), Arunda (Ronda), Barbesula, Cartima, Cilniana (Marbella), Lacipo (Casares), Mainoba-Mainake (Vélez-Málaga), Malaca, Nescania (Valle de Abdalajís), Osqua (Villanueva de la Concepción), Sabora (Cañete la Real), Salduba (Estepona), Singilia (Bobadilla), Suel (Fuengirola), junto con otros de nueva creación como las Villanueva (de Algaidas, de la Concepción, del Rosario y del Trabuco), estos últimos por efecto de las repoblaciones castellanas del siglo XVIII.
Su autor, José Baquero Luque, siempre tuvo presente que el texto del libro debía ser comprensible para el lector no iniciado en la ciencia filológica, esperando que esta simplicidad facilite aún más la propagación del conocimiento de tan importante capítulo de la cultura malagueña.